FIGUEROA Y SU VISIÓN: ‘QUIERO QUE LOS SANTIAGUEÑOS MIREN AL FUTURO CON ESPERANZA, Y ARGENTINA TAMBIÉN’
Tomás Figueroa, presidente de La Libertad Avanza en Santiago del Estero, no viene con cuentos de hadas ni promesas infladas. Este hombre, con cara de haber visto demasiadas sesiones legislativas interminables, está harto, como todos nosotros. Y no lo disimula: apoya a Javier Milei con uñas y dientes porque, seamos sinceros, el pueblo santiagueño ya no aguanta más a los mismos dinosaurios políticos que llevan décadas robando hasta el papel higiénico de la municipalidad mientras juran que “trabajan por el pueblo”. ¡Claro, trabajan! Para sus bolsillos.
Figueroa es la voz de esa mayoría silenciosa y trabajadora que se levanta a las 5 de la mañana mientras los “representantes” duermen hasta el mediodía en sus mansiones. Como el país, que le dio la espalda a los ladrones encorbatados y eligió a Milei para que saque la motosierra, Santiago del Estero también pide cambio. Y Tomás lo sabe. “Acá queremos libertad, prosperidad de verdad y que el Estado deje de ser una máquina de exprimir al que trabaja y emprende”, dice, mientras apoya medidas como Ficha Limpia y bajar la edad de imputabilidad, porque si alguien merece estar limpio, son los cargos públicos, no las cuentas offshore de los corruptos.

¿Y qué hay de Milei? Figueroa no se cansa de repetir que el presidente agarró una inflación del 25% mensual –un disparate que nos tenía comprando fideos con calculadora– y la bajó al 2% en un año, esquivando la hiperinflación que los peronistas, con su moral de chocolate, juraban que era inevitable mientras trataban de trabar el Congreso como si fuera una telenovela barata. “Que critiquen todo lo que quieran, pero los números no mienten. ¿Y ellos qué hicieron? Saquear”, dispara Figueroa, con una media sonrisa que parece decir: “Sigan hablando, pero la gente ya los caló”.
Hace apenas unos días, Tomás Figueroa no se guardó nada y apuntó directo contra el kirchnerismo, acusándolos de ser los campeones mundiales de la obstrucción política. “Son especialistas en paralizar el Senado, hasta con la designación de jueces se hacen los distraídos. Ni se presentan para aprobar o rechazar, seguramente esperando que el desastre salpique la imagen del presidente”, disparó con tono filoso. Para Figueroa, estas maniobras no son más que otro capítulo en la novela de los que prefieren un país estancado antes que uno donde la libertad y el trabajo digno sean la norma.
En Santiago del Estero, su cruzada es clara: transparencia y que la provincia vuelva a ser grande, no el patio trasero de los mismos vivos de siempre. “Voy a pelear por un Estado provincial que no sea un club de amigos”, promete, apuntando a los que se llenan la boca hablando de “los pobres” mientras compran su tercera camioneta del año. El santiagueño de a pie, el que trabaja y no pide nada más que un país justo, lo escucha y asiente. Porque si algo tienen en común Figueroa, Milei y esa mayoría harta, es que saben que la libertad y la prosperidad no se mendigan: se conquistan. Y con un poco de risa frente a los que se creyeron intocables, mucho mejor.